Sentir la felicidad.


Me di cuenta de que no era feliz. Me di cuenta de que no tenía motivos para serlo. Reflexioné y busqué motivos por los cuales pudiera sonreír. No encontré ninguno que me sirviera para siempre. Los recuerdos se olvidaban dentro de mi y mis motivos eran insuficientes. Las lágrimas caían de mis ojos como una cascada y el tiempo se paró cuando me di cuenta de ese detalle. Ese detalle que era el único motivo que tenía. No lo desaproveche: me di cuenta de que la felicidad no hay que buscarla, hay que sentirla. Me di cuenta de no había motivos, pero si sentimientos. Me di cuenta de que una sonrisa inesperada, haría que todo mejorará. Y el momento en el que me di cuenta de ese detalle, deje de buscarla y la sentí. 

4 comentarios:

  1. Mejor que sonreír para siempre, se trata de sonreír mientras se viva, para siempre es mucho tiempo para que algo lo agunte.

    Estoy de acuerdo, hay que sentirla porque habita dentro de cada uno. Solo que nos preocupamos mucho de tonterías para darnos cuenta.

    Un saludo Marta. Que tengas un buen día y sigue sintiendo la felicidad. Merece la pena.

    ResponderEliminar
  2. Hola!!! jeje me encanto la entrada!! jeje nunca habia pensado en la felicidad asi jeje XD
    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. Querida Marta, no sé como la haces pero me enamoran tus entradas, es precioso lo que escribiste.
    La felicidad no hay que bsucarla, hay que sentirla.

    ResponderEliminar
  4. Buaaa me encanta tu blog :) te sigo desde ya, me haría mucha ilusion que si quieres te pasases por el mio, me des tu opinion y si te gusta pues sigueme vale¿ un besitoooo :) http://mirinconestacional.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar

Leo y respondo todos vuestros comentarios.
Vuestros comentarios me sacan una sonrisa. ¡Gracias!